Los inmunoestimulantes son una solución natural y eficaz para ayudar al organismo a hacer frente a las agresiones externas. Forman parte de una estrategia de prevención activa que complementa un estilo de vida equilibrado. Si desea reducir la frecuencia de las infecciones invernales, acelerar la recuperación de una enfermedad o simplemente aumentar su vitalidad, seguro que hay un inmunoestimulante que se adapta a sus necesidades.
Recuerde: más vale prevenir que curar, y un tratamiento bien elegido puede marcar la diferencia en su energía y su salud inmunológica.
Un inmunoestimulante es una sustancia capaz de estimular los mecanismos de defensa del organismo aumentando la actividad o la producción de determinadas células inmunitarias. Actúa como catalizador del sistema inmunitario, reforzando su capacidad para identificar, neutralizar y eliminar los agentes patógenos (virus, bacterias, parásitos, etc.).
Los inmunoestimulantes naturales suelen proceder de plantas medicinales (equinácea, ginseng, astrágalo, etc.), productos de la colmena (propóleo, jalea real) o micronutrientes esenciales (zinc, vitamina C, selenio). También existen inmunoestimulantes medicinales o bioterapéuticos, utilizados en los hospitales para tratar determinadas patologías (inmunodeficiencia, cáncer, infecciones crónicas).
El objetivo de un inmunoestimulante es preparar al organismo para defenderse mejor de las agresiones externas o recuperarse más rápidamente de una infección.
El uso de un inmunoestimulante tiene una serie de beneficios observados clínicamente, en particular para prevenir o complementar el tratamiento de las infecciones:
Estos efectos beneficiosos sobre la salud inmunitaria se maximizan cuando el inmunoestimulante se incorpora a un estilo de vida sano, que incluya una dieta equilibrada, actividad física y control del estrés.
Las personas inmunodeprimidas no son las únicas que pueden beneficiarse del uso de inmunoestimulantes. Muchas personas pueden incorporarlos a su rutina de salud:
Por otro lado, su uso está contraindicado o debe vigilarse en personas que padecen enfermedades autoinmunes, ya que estimular la inmunidad podría agravar la actividad patológica del sistema inmunitario.
Entre los inmunoestimulantes naturales más eficaces y populares se encuentran :
Estos principios activos se formulan a menudo en sinergia en los complementos alimenticios para aumentar su eficacia.
La eficacia de un inmunoestimulante depende tanto de su calidad como de cuándo y durante cuánto tiempo se utiliza. He aquí las reglas de oro que hay que seguir:
Existen muchas formas galénicas: cápsulas, ampollas, tisanas, chicles, sprays bucales. Lo importante es elegir una forma adaptada a sus preferencias y seguir al pie de la letra las instrucciones de dosificación.
Aunque los inmunoestimulantes naturales suelen ser seguros, no están exentos de posibles efectos secundarios, sobre todo si se utilizan mal:
Por lo tanto, se recomienda encarecidamente consultar a un profesional de la salud, especialmente si está siguiendo un tratamiento médico o tiene antecedentes de enfermedades crónicas.
Aunque a menudo se confunden, estos dos tipos de agentes actúan de forma diferente sobre el sistema inmunitario:
Por ejemplo, en el caso de enfermedades inflamatorias o autoinmunes, se prefieren los inmunomoduladores para evitar una sobreactivación perjudicial del sistema inmunitario. Plantas como la curcumina, el CBD o ciertos hongos medicinales ejercen esta interesante acción moduladora.