¿Necesita volver a concentrarse, encontrar la calma y la serenidad? El aceiteesencial de Nardo del Himalaya, disponible en Soin-et-Nature, puede ayudarle en momentos de estrés, transición o fatiga nerviosa. Auténtica joya de la tradición ayurvédica, esta preciosa esencia procedente de raíces de altitud es famosa por calmar el cuerpo y la mente, al tiempo que favorece un enraizamiento profundo y duradero.
Planta de gran altitud arraigada en las escarpadas laderas del Himalaya, el nardo del Himalaya encarna la unión del cielo y la tierra. Utilizada desde hace miles de años, es una medicina, un perfume sagrado y un símbolo de realeza. Se encuentra en los textos sagrados de muchas civilizaciones, de la India a Egipto, de Roma a Jerusalén.
El aceite esencial de nardo, extraído de los rizomas y las raíces, tiene una fragancia profunda, amaderada, terrosa y sutilmente picante. Su concentración molecular lo convierte en un aceite denso, de anclaje, que también está conectado con las esferas espirituales más elevadas. Es esta dualidad la que confiere al nardo su poder y complejidad.
Desde la antigüedad, el nardo ha sido reconocido por sus propiedades medicinales, cosméticas y rituales. Era uno de los ingredientes nobles utilizados para embalsamar, bendecir, consagrar y honrar a los muertos. En Egipto, se utilizaba para fabricar el kyphi, un incienso sagrado que se quemaba por la noche. Entre los hebreos, el nardo se utilizaba en los aceites para ungir a sacerdotes y reyes.
Los romanos lo utilizaban para realzar el vino, perfumar los banquetes y aromatizar las tumbas. Horacio y Marcial le dedicaron versos, celebrando su rareza y lujo, y comparte ciertas características olfativas y medicinales conotras plantas aromáticas raras, a menudo valoradas por su poder sensorial y su simbolismo sagrado. La mitología cristiana también evoca a María Magdalena, que lavó los pies de Jesús con un frasco de alabastro lleno de nardo puro y precioso, un acto de gran valor simbólico.
En la tradición ayurvédica, el Nardostachys jatamansi se utiliza por sus propiedades calmantes sobre el sistema nervioso, su acción sedante y su capacidad para favorecer la meditación. En la medicina tibetana, se considera un remedio importante para los trastornos mentales, el estrés y la agitación.
El nardo del Himalaya crece a altitudes de entre 3.500 y 5.500 metros en las laderas de Nepal, la India y el Tíbet. Es una planta perenne, de entre 10 y 60 cm, cuya parte subterránea -rizomas y raíces- concentra sus principios aromáticos.
Los antiguos comparaban la forma de sus raíces con colas de animales, tanto por su aspecto como por su olor almizclado, a veces considerado fétido pero siempre potente. La recolección, que durante mucho tiempo se hizo a mano, contribuyó al declive de la planta, que ahora está protegida en varias regiones.
El aroma del nardo evoca la turba, el humus y los bosques húmedos, pero también una nota ligeramente resinosa, casi balsámica. En perfumería, es una fragancia de base, la que permanece, la que deja huella. Se dice que encarna la memoria del mundo.
Pocas plantas combinan tantos símbolos contrastados como el nardo. Si bien es una fragancia de entierro, luto y ritos funerarios, también es un aceite de consagración, amor místico y reintegración en la unidad del mundo. El Cantar de los Cantares lo cita varias veces, evocándolo como la esencia de la unión y el deseo.
El aroma del nardo es el de las profundidades. Evoca el regreso al vientre materno, el despojamiento del ego, la lenta y necesaria descomposición para dar paso al renacimiento. Se dice que el aceite esencial de nardo activa a la vez el chakra raíz (rojo) y el chakra coronal (violeta), lo que lo convierte en un aceite de alineación, que une materia y espíritu, que ancla y trasciende.
Tradicionalmente, el aceite esencial de nardo se utiliza para :
Su uso en cosmética viene de lejos: ya se incorporaba a cremas, aceites de masaje y ungüentos para preservar el aspecto joven de la piel y prolongar los efectos de los tratamientos reparadores.
En aromaterapia energética, el nardo es un aceite reorientador. Es adecuado para las personas en transición, en un momento de ruptura o cambio, pérdida o renacimiento. Ayuda a conectar con la naturaleza más profunda, a calmar la mente y a escuchar la voz del corazón. Su acción sobre el eje raíz-corona lo convierte en un aliado para la meditación profunda, los rituales de anclaje o la reconexión espiritual.
Su fragancia potente, animal y terrosa no siempre es fácil de domar. Es para las fosas nasales exigentes, para los que buscan la transformación interior.
El nardo del Himalaya es mucho más que una planta medicinal. Es a la vez símbolo de humildad y elevación, medicina para el cuerpo y bálsamo para el alma. Con su persistente fragancia y su historia milenaria, es un vínculo entre las civilizaciones antiguas y las prácticas modernas, entre el ritual y la ciencia.
En una época en busca de sentido, el nardo nos invita a bajar el ritmo, a reconectar con la memoria de los vivos, a escuchar las raíces invisibles que nos unen a la Tierra y a los misterios del mundo.
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